El año 1973 no se borrará jamás de la memoria del latinoamericano. Entrará en la historia con ropas de luto, entre coros desgreñados que, como en la tragedia antigua, anuncian despavoridos la desgra-cia un pueblo. Entonces asesinaron la democrática revolución de Chile, dispuesta a ir al socialismo ahorrándole a la patria la prueba de fuego de la guerra civil.
El golpe de junio de 1973, en Uruguay, prologó el drama chileno.
Derrotado en Vietnam, en crisis la estrategia global de guerra y contrarrevolución, enfrentado a un mundo donde la correlación de fuerzas sigue inclinándose al socialismo, la democracia, la indepen-dencia nacional y la paz, el imperialismo de Estados Unidos emprende feroz contraofensiva en el Sur de América. Asesta golpes rudos a la revolución latinoamericana y, en general, al conjunto del movimiento democrático e independentista. Regímenes fascistas o tendientes al fascismo, surgidos de golpes militares, se instalan en importantes posiciones geográficas y políticas. Decenas de miles de presos, torturados y asesinados, hogueras de libros, liquidación de todos los derechos y liberta-des. Es el «nuevo orden» de inspiración o hechura de la CIA y el Pentágono para nuestro continente.
Continúa…