fanny2«He dicho seriamente que sólo cuando mis ojos no vean más la luz cesará mi lucha por la solidaridad internacional y los derechos de la mujer», dijo a Prensa Latina Fanny Edelman, fundadora y presidente del Partido Comunista de la Argentina, en entrevista concedida a propósito de su centenario, el 24 de febrero de este año.

Hija de inmigrantes judíos, que huían de los progroms zaristas, vivió una larga vida de militancia incansable, solidaria con todas las causas populares. Supo de la cárcel y de la clandestinidad en las duras condiciones de represión y del feroz anticomunismo y antisemitismo de la dictadura de Uriburu y la Legión Cívica Argentina. Participó en Socorro Rojo y en 1937, con su compañero Bernardo Edelman, “el amor de su vida”, fue como voluntaria a las Brigadas Internacionales en defensa de la República Española y luego trabajó en la ayuda a los refugiados y víctimas del franquismo.

Militó en movimientos de defensa contra el nazismo y en la solidaridad constante con Cuba revolucionaria. Poco después de cumplir sus 100 años recibió la Orden José Martí, la máxima distinción que confiere el Consejo de Estado cubano.

En 1972, en representación de la Unión de Mujeres Argentinas, asumió la conducción de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, desde donde defendió los derechos de las mujeres y de los trabajadores ante el avance de las dictaduras militares en Latinoamérica. A través de esta organización, realizó varios seminarios en América Latina, Europa, Asia y África, e impulsó el Año Internacional de la Mujer y el Encuentro de la ONU en Nairobi en 1975. En su lucha por los derechos humanos, en 1978 presentó unos doscientos testimonios de familiares y víctimas de la represión de la dictadura militar ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra.

fanny1Amiga de Arismendi y de Alcira, de Vilma Espín, con la que mucho trabajó en el movimiento femenino, conoció y apreció hondamente a innúmeras personalidades de la vida política internacional, como la Pasionaria, Prestes, Allende, cuyo recuerdo transita en su libro “Banderas, pasiones, camaradas”.

Hasta el día de su muerte dirigía, con su extraordinaria lucidez, una cátedra libre sobre temas de género.
En la celebración por su centenario dijo Fanny: “Guardo un inmenso amor por el camino andado y sigo profundamente enamorada de la revolución.

He acumulado mucho dolor en los años de crisis, de insalvables rupturas, de profundos desgarramientos, pero me siento feliz de continuar el combate junto a mis compañeros y compañeras, de haber sido parte del movimiento mundial de mujeres y del gran movimiento internacional de solidaridad y por la paz. Ser testigo y también partícipe de nuestra edad, de ver un nuevo tiempo, llenan de luz, de ternura y de alegría el crepúsculo de mi vida”.

Un crepúsculo luminoso y una lección de vida.